viernes, 6 de marzo de 2020

ADÚ: ESPEJO DE LA REALIDAD


"Adú" es una película necesaria, de esas que mueve conciencias, que emociona a aquel que la ve, que muestra una realidad a la que ya nos hemos habituado y que cada vez impacta menos, porque se ha normalizado lo que nunca debería existirTrata de un tema muy espinoso, de los más complicados de este siglo, para darnos una bofetada de realidad, que por mucho que a veces se vean este tipo de historias en las noticias o en los telediarios, ya no se empatiza, ni se le da la importancia que se le tendría que dar. 


Además es una película que gusta al público y funciona muy bien en taquilla, siendo de momento el largometraje español más taquillero del 2020, recaudando más de los 5 millones de presupuesto que costó. Aunque la crítica no ha sido tan favorable, seguramente por algunos flecos que se quedan a medias, algunos puntos mal ligados que más tarde analizaremos, etc, a pesar de eso, es una película que se debe de ver para concienciar, para valorar lo que tenemos, para empatizar con las otras personas y así juzgar menos, porque es mucho más fácil desprestigiar, menospreciar, infravalorar y juzgar, que ponerse en los pies descalzos de esas personas, vivir en sus carnes las penurias que padecen, recorrer esos caminos tormentosos llenos de impedimentos, y esta película invita a la reflexión y al análisis personal. 







Un niño pequeño de seis años, Adú (Moustapha Oumarou), junto a su hermana Alika (Zayiddiya Dissou), tras ciertos acontecimientos intentarán huir desesperadamente de su ciudad natal y poder alcanzar Europa, donde se supone que les espera algo mejor. Al mismo tiempo y casi en el mismo lugar, un activista medioambiental, Gonzalo (Luis Tosar), tendrá que luchar contra la caza furtiva y su crueldad, mientras intenta lidiar con los problemas de su hija, Sandra (Anna Castillo), recién llegada de España, a la que intenta recuperar, reiniciando su relación perdida. Al otro lado del charco, en Melilla, un grupo de guardia civiles, tendrán que controlar las desbandadas masivas de los subsaharianos al intentar saltar la valla de Melilla cueste lo que cueste. Las tres historias unidas por un mismo eje y la misma semilla, se entrecruzarán propiciando unos cambios definitivos en sus vidas. 




El cineasta, Salvador Calvo, más conocido por haber dirigido series de televisión como "Motivos personales" en 2004-2005, "Sin tetas no hay paraíso" en 2007-2008 o miniseries como "Niños robados" en 2012. Posteriormente en 2016, brilló en su primer largometraje "1898. Los últimos de Filipinas", donde coincidió con Luis Tosar y Álvaro Cervantes, y que le valió la nominación a los Premios Goya como Mejor Director Novel.   


Esta película le dio la idea y las bases para realizar "Adú", que es su segundo largometraje. Mientras se encontraba en Gran Canaria rodando, su pareja trabajaba en la ONG CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado) en Vecindario, donde dan asilo a las personas que llegan en pateras, etc. En el tiempo que estuvieron allí trabajando les llegaron millones de historias desgarradoras, casi inverosímiles y difíciles de creer, por las atrocidades y el calvario sufrido por esas personas, muchas de ellas narradas por niños. 




Dos de ellas le marcaron, la primera la de un niño de aproximadamente 6 años que venía del Congo, acompañado por su madre y sus dos hermanas, pero en un momento dado el niño llamó a su supuesta madre "Señora Yoela...", a lo que ella le respondió "¡¡Aquí llámame mamá!!", al escucharlo gente del centro empezaron a indagar y se dieron cuenta que esa mujer solamente traía al niño como un tipo de mula, para ser troceado y vendido a una red importantísima de tráfico de órganos, ella terminó detenida y el niño en un orfanato en París. La otra historia era de un chiquillo de 14 años somalí, el cual era violado todas las noches por su tío, un soldado de la Guerra de Somalia, y por sus amigos. Al confesarle esto a su padre, le dijo que si los denunciaban, les matarían a ellos, por lo que la única alternativa era que se escapase, y así hizo ayudado por su padre, atravesó en solitario el desierto del Sahara como pudo, fue preso en Libia, de donde logró huir. Pero tuvo que prostituirse en Marruecos para conseguir los 3.500€ y así poder acceder a una plaza en una patera, logró alcanzar territorio español, pero a las pocas semanas murió a causa una ETS (SIDA), el adolescente solo repetía "ahora que sé lo que es vivir, no me puedo morir", él no creía que la vida fuese tan dura y le estuviese jugando esa mala pasada, pero ya era imposible salvarlo de la cruel enfermedad.   

Es imposible escuchar o leer estas dos historias y que no te salgan las lágrimas, y como estas hay millones y millones por todo el mundo. Por lo que el director decidió que estas dos debían contarse y que se supiese lo que padecieron esos niños y rendirles un ligero homenaje. 




El casting de actores está muy bien elegido, con actores de primer nivel españoles que solo por lo bien que trabajan sus papeles, la gente ya va a verles al cine. Encabezado por Luis Tosar (Quien a hierro mata), que sin dudarlo es uno de los mejores actores españoles, con ocho nominaciones a los Premios Goya, ganando tres por "Los lunes al sol" como Mejor Actor de Reparto en 2002, y por "Te doy mis ojos" y por "Celda 211", como Mejor Actor en 2003 y 2009 respectivamente. En esta película aunque no es ni su mejor papel, ni su mejor interpretación, la hace muy creíble, nos da la visión de ese empresario reconvertido en salvador de la fauna africana, pero que es incapaz de entregarse con las personas, como si que lo hace con los elefantes y por la causa. 

Su hija, muy bien interpretada por Anna Castillo (Promoción fantasma), que pese a ser bastante joven, desde que se diese a conocer en el 2016 con "El olivo", (película que recomiendo totalmente, por las interpretaciones y por el mensaje y la historia que cuenta), por la que consiguió en 2017 el Premio Goya a la Mejor Actriz Revelación, y posteriormente no ha parado de cosechar éxitos, tanto en cine y como en televisión, estando tres años de forma consecutiva (2017, 2018 y 2019) nominada a los Premios Goya, aunque no tuvo tanta suerte con "La llamada" (otra película que también recomiendo, pero si es posible id a verla al teatro, aquí dejo la reseña que hice) y con "Viaje al cuarto de una madre", que se quedó sin el cabezón. No importa el papel que le den, porque ella brilla en todas sus interpretaciones, transmitiéndonos la rabia y la necesidad de amor que busca en su padre, pero que no sabe ni como decirlo ni expresarlo, y su única vía de escape es buscarse problemas para llamar la atención.   




En la trama de los guardia civiles Álvaro Cervantes (Tres metros sobre el cielo) que se divide entre lo que le cuenta su compañero y su moralidad, al ver que no puede cumplir la ley sin hacer daño. Este actor es conocido por aparecer en series de tv como "Luna: el misterio de Calenda", aunque no ha dejado de protagonizar películas, una de ellas "El juego del ahorcado" en 2008, que le valió la nominación al Premio Goya al Mejor Actor Revelación. Como personajes secundarios se encuentran Miquel Fernández (Litus, leer la reseña aquí), que también fue el Ganador de la 6ª temporada de Tu cara me suena (ver actuación aquí), y Jesús Carroza (El niño), una cara habitual de papeles secundarios desde que ganase el Premio al Mejor Actor Revelación en 2006 por "7 vírgenes", estos dos, siendo dos guardias desbordados por avalanchas de personas que quieren cruzar una frontera impuesta, mientras que como abogada de estas personas está Ana Wagener (Contratiempo, uno de los mejores thrillers españoles), que es una actriz descomunal, desde que apareció en "El bola" en el 2000, no ha dejado de trabajar, en buenas películas y en grandes series de televisión (La señora), además ha estado nominada cuatro veces a los Premios Goya, el primero como Mejor Actriz Revelación por "El patio de mi cárcel" en 2008, y como Mejor Actriz de Reparto por "Biutiful" en 2010, por "La voz dormida" en 2011 y por "El reino" en 2018, ganando el galardón en el 2011


Por último, los verdaderos protagonistas del film, los cuales costaron de encontrar sobre todo a Moustapha Oumarou, que se pretendía que fuese un niño nativo, para que viese normal lo de andar descalzo por medio de la selva, y dada la corta edad del personaje no se podía pedir mucho a nivel interpretativo, además es analfabeto por lo que el guión tuvo que aprendérselo de memoria con ayuda de un coach, así y todo, el niño nos deja alucinados, por lo bien que trabaja, al igual que su hermana en la ficción Zayiddiya Dissou, que se desvive por su hermano. Finalmente, Adam Nourou, brilla en su primer papel principal, cuando antes solo había participado en pequeños papeles o de figuración, su personaje junto al de Adú son los que más fuerza tienen, los que más impactan, ya que siendo un adolescente, es capaz de pasar por las vejaciones más grandes con tal de conseguir su objetivo, y preservando con todas sus fuerzas, la inocencia del pequeño Adú en todo momento.   




La película presenta una fotografía alucinante, realizada por Sergio Vilanova (Diecisiete, comentada en el blog), unos paisajes bestiales, sus localizaciones son impresionantes y cuenta con una visión panorámica, con planos cortos y planos desde el cielo que enamoran. Se nota que tiene una excelente producción, y eso que tuvieron sus problemas ya que se rodó en Benín (África) y allí tenían pocos recursos, pero contaron con que en Nigeria, país vecino, cuenta con la 3ª industria más grande del cine (Nollywood) y pudieron abastecerse de muchos focos, cámaras y materiales para darle a la película una bestial dirección artística y de producción


Pero si con las historias, con los paisajes, con las verdades que nos muestra el film, recordándonos que estas historias les suceden a miles de niños todos los días mientras nosotros solamente miramos hacia otro lado y nos desentendemos de la realidad, si con todo eso no se nos resquebraja el corazón, la película aún aporta un toque extra para darle más emotividad, y no podía ser otra cosa que la música de Roque Baños, gran compositor tanto a nivel nacional como internacional. En su haber cuenta con 10 nominaciones a los Premios Goya, 8 como Mejor Música Original, ganando dos, uno de ellos por "Las treces rosas" en 2008 (escuchar la música aquí) y el otro por "Los crímenes de Oxford" en 2009 (escuchar la música aquí). Las otras 2 nominaciones fueron como Mejor Canción Original, pero solo consiguió un cabezón, por la canción "Sevillana para Carlos" de la película "Salomé" en 2003.




La elaboración del guión se produjo cuando el director, se reunió con su guionista habitual Alejandro Hernández, y se ideó juntar la base de las dos historias de los niños refugiados que habían conmovido al cineasta, uniéndolas en una trama para crea una historia más potente. Además se le añaden dos historias más, haciendo que los tres focos alumbren a la inmigración, aunque éstos no llegan a estar bien hilados del todo, las tres ramas no quedan enganchadas perfectamente al tronco, dejando al espectador un poco en ascuas en ciertos tramos, y solo congeniando en algunas historias. 

Con las tres tramas relacionadas, el cineasta pretende hacernos ver los diferentes puntos de vista que hay en la inmigración, dejando al espectador que tome conciencia, mostrando los diferentes problemas entre los del primer mundo y los del tercero, pareciendo banales los de los países desarrollados, también demuestra que el imperialismo es el causante de las situaciones que hay en el tercer mundo, donde hemos expoliado los ricos recursos que habían allí. Los europeos solo vamos a lo nuestro, sintiéndonos siempre superiores y con derecho a usar lo que queramos y como queramos, aunque cada vez tenemos menos manga ancha. También enseña la falta de medios que hay en la valla de Melilla, el número escasos de guardia civiles para actuaciones masivas de avalancha en pateras o al intentar saltar la valla. Todo esto conlleva que los que tienen que defender la ley, acaben sobrepasados y haciendo daño. Es imposible aplacar e impedir el paso a personas que no tienen nada que perder, porque solo viven de la esperanza




Como mera conclusión, Adú nos muestra el espejo de la realidad que conocemos, pero que nos es más fácil negarnos a ver, o que lloramos en un momento puntual como cuando se hace viral una fotografía, como ocurrió con la fotografía del cadáver inerte del niño sirio en las playas de Turquía, el cual conmocionó a todo el mundo, pero que a las pocas semanas ya nadie se preocupaba. La sociedad se acostumbra tanto a esas imágenes, a que eso sea normal, que deja de impactar y se naturaliza que esas personas mueran ahogándose en el mar. Al igual que se acostumbra a que muchos de los beneficios que se tienen en el primer mundo sea por la precariedad en la que están las personas de los países subdesarrollados

Como dice la película, cada año 70 millones de refugiados huyen de su hogarsiendo la mitad niños, niños como Adú, Massar o Malika. No huyen porque no les gusta su hogar, sino porque no quieren morirse, no quieren ser torturados, explotados, violados. Huyen por el horror que es vivir donde están, y saben que hay un sitio mejor donde su vida no será tan cruel. La realidad que sufren cada día millones de personas, aquí no llegamos ni a imaginárnosla, y eso que aquí tampoco existe el paraíso, pero para personas que tiene problemas mayores, pasar una adolescencia aceptable, drogas, vivir en casa de los padres, llegar a fin de mes, esos problemas ni existen, porque no llegan a poder planteárselos. 




Para cada persona, el problema real es el que padece o siente, pero deberíamos valorar todo lo que tenemos y relativizar un poco más en lo que acontece en nuestra vida y así empatizaríamos con esas personas que cruzan arriesgando su vida y la de sus hijos en pateras, esos niños que cruzan desiertos a pie, que se cuelan en los recovecos de los aviones, solo con la esperanza de encontrar algo mejor, y todos estos, son la gente que puede costearse el pagar a mafias, el pagar pateras... ¿Que vida tendrán los que se quedan allí, que no pueden llegar ni a soñar, ni alcanzar con el poder salir de su pozo? Y me pregunto, nosotros viviendo eso, ¿no haríamos lo mismo por nuestros hijos, sobrinos, o gente que queremos? ¿No querríamos que nos ayudasen y poder vivir un poco mejor? 


La gente no emigra porque quiere, sino por necesidad, a nivel personal, cuando decidí emigrar no fue por vivir una aventura en otro país, sino porque era el camino más corto para volver a casa y tener una estabilidad, y todo el tiempo que fui inmigrante, no hubo día que no quisiera volver a mis raíces, a mi país, a estar con mi gente. El día que asumamos que lo correcto y lo bueno no es que los dejemos venir a todos sin control, o que les pongamos barreras y muros, sino que les ayudemos a reconstruir su país, donde puedan vivir en condiciones dignas, estables, y dejemos de expropiar sus riquezas, ellos dejarán de querer venir aquí. 




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